martes, diciembre 20, 2005

V



El viento de la tempestad

Con la punta de sus dedos rosados,
ella ha saludado;
una mirada
ha llenado de esperanza
el corazón sensible.

Visita inesperada
y rápida;
el rocalloso suelo
de la tristeza
a su llegada, de pronto,
se ha cubierto de bálsamo.

El perfume tejía
sus encajes en ella;
y sus joyas tintineaban
alegremente
como los pasos
de un vigilante guardia.

Nunca olvidaré
nuestra noche
en un largo abrazo
cuando el raudo viento
del deseo
mezclaba unas con otras
las ramas flexibles.

Encima de nosotros
la tempestad soltaba
sus ráfagas
que a veces azotaban los cuerpos
y a veces los acunaban en su aliento.

/Al-Buhturi, Siglo IX